La trampa del perfeccionismo en los músicos

Si hiciera una lista con las trampas más comunes en las que caemos los músicos y que nos impiden alcanzar un alto desempeño en nuestra carrera, el perfeccionismo estaría en el número 1. Sin duda.

Y me refiero a él como trampa porque es un rasgo que incluso está bien visto en nuestra sociedad. En las entrevistas de trabajo, de hecho, suele ser el “defecto” que más se menciona porque se relaciona con la búsqueda de excelencia.

Creemos que es bueno ser perfeccionista, que eso nos llevará a buscar maneras de seguir mejorando y superarnos a nosotros mismos. Pero lo cierto es que suele tener como resultado la sensación de que, lo que hacemos, nunca es lo suficientemente bueno.

¿Qué se esconde detrás de ese perfeccionismo? ¿Y por qué ser perfeccionista nos impide, precisamente, tocar a nuestro mejor nivel? 

Podríamos decir que el músico perfeccionista busca siempre una ejecución impecable de la obra y se fija altos estándares para su interpretación. Hasta ahí no parece nada malo ¿no?

Sin embargo, si rascamos un poco, encontramos que esto suele ir acompañado de grandes niveles de autoexigencia, una constante autocrítica y demasiada presión por cumplir las expectativas (propias y de los demás). Por no hablar del miedo al fracaso. 

Por eso, no es de extrañar que esta característica personal parezca contribuir directamente a la ansiedad escénica o la angustia a la hora de tocar en público, tal y como han demostrado varios estudios.

Está claro que todos queremos hacerlo lo mejor posible cuando nos subimos a un escenario o tenemos que tocar delante de un jurado. Pero existe una gran diferencia entre hacerlo bien y buscar hacerlo perfecto: 

  • Porque la perfección en la música es algo demasiado subjetivo. Puedo haber tenido la actuación de mi vida, sin fallar una sola nota y que el público no se sienta conmovido lo más mínimo por mi interpretación. 
  • Porque cuanto más intentamos ser el mejor en algo, más nos alejamos de conseguirlo. Como si el mundo se pusiera en nuestra contra, parece que cuando tocamos para ganar o demostrar que somos los mejores en algo, más se resiente nuestra actuación. Fallamos más de la cuenta, no suena como nos gustaría… en definitiva, esa búsqueda de perfección, nos bloquea. 

¿Qué puedo hacer para no caer en la trampa del perfeccionismo?

Por suerte el perfeccionismo es algo que no tiene porqué acompañarte el resto de tu vida o carrera musical. Y es que existen diferentes pasos para dejar de lado esta faceta que tanto daño puede hacernos (te lo dice una ex-perfeccionista).

1. Cultiva una mentalidad de crecimiento.

Dado que una de las razones que nos llevan a desarrollar el perfeccionismo es el pensamiento dicotómico (blanco o negro, bien o mal, todo o nada) característico de las personas con mentalidad fija, el primer paso a dar sería cultivar la mentalidad de crecimiento. 

Si nunca has oído hablar de ella o quieres profundizar sobre este tema tan interesante, te recomiendo el libro “Mindset: la actitud del éxito” de Carol Dweck (puedes adquirirlo en el enlace). Una lectura más que recomendada para todos, perfeccionistas y no. A mí me encantó y hay mucha información interesante para aplicarnos nosotros mismos y también si eres profesor o padre/madre.

Te dejo también la siguiente infografía para que veas una comparativa de ambos tipos de mentalidades.

fuente: https://evolvingeducation.org/language/es/mentalidad-fija-vs-de-crecimiento/
fuente: https://evolvingeducation.org/language/es/mentalidad-fija-vs-de-crecimiento/

2. Permítete equivocarte.

Los errores son nuevas oportunidades de aprendizaje. Nada terrible ocurre cuando nos equivocamos y es quizás uno de los grandes miedos que experimentamos los músicos.

Por eso acepta que siempre habrá áreas de mejora al tocar, incluso cuando en general tu actuación haya sido positiva y que esos errores no determinan tu calidad como músico o persona. 

No olvides tener en cuenta también aquello que has hecho bien. Valora de manera equilibrada tus actuaciones.

3. Vigila tu diálogo interno.

Si prestas atención al tipo de comentarios que te haces a ti mismo al tocar podrás diferenciar aquellas voces negativas que sólo te destruyen o te exigen ser perfecto (“no tienes nivel suficiente para tocar esta obra”, “ni te molestes en presentarte a esa audición porque no vas a pasar de ronda”) y aquellas que describen una realidad de manera constructiva (“tienes que seguir trabajando los saltos de octava para que salga con fluidez”, “en la parte B busca más limpieza en el pasaje rápido”). 

Para ello revisa si aquello que te dices es realmente objetivo y útil o si, por el contrario, supone una exageración o es cruel.

4. Acepta quién eres.

Con tus fallos, con los pasajes que no salen, con las notas desafinadas… con eso eres buen músico también.  Acepta que eres imperfecto, como lo son los músicos que tanto admiras y siéntete agradecido por tener la suerte de poder hacer música y disfrutar de ella a pesar de todo.  

Para terminar te dejo con una reflexión del gran cellista Yo- Yo Ma que resume muy bien porqué no debemos buscar la perfección:

“Cuando estoy ahí, en el escenario, tocando todas las notas correctamente me empiezo a preguntar ¿Para qué estoy aquí? estoy haciendo todo según lo previsto. Entonces ¿qué es lo que está en juego? Nada. No sólo se aburre el público, sino que yo también me estoy aburriendo.”

La perfección no es demasiado comunicativa. Sin embargo, cuando subordinas tu técnica a la idea musical, entonces sí te sientes involucrado. Y puedes asumir riesgos. Sin importar si fallas. 

YO- YO MA

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