Tienes ya la fecha para la audición cerrada y por una vez, parece que te va a dar tiempo a prepararte con tranquilidad.
Precisamente, como tienes tanto tiempo, encuentras miles de cosas que hacer antes que ponerte a practicar. Total, lo puedes hacer mañana.
Y llega mañana, y la verdad es que no te sientes motivado/a ni demasiado inspirado/a para tocar. Además, a ti eso de trabajar bajo presión te ha funcionado bien en otras ocasiones.
¿Te suena, verdad?
Si te paras un segundo a analizar este tipo de razonamientos, te darás cuenta de que no son más que excusas que todos nos ponemos alguna vez. Y ese es, precisamente, el primer paso para cambiar ese hábito de posponer indefinidamente: ser consciente de ello.
Pero no me malinterpretes, no pasa nada porque no practiques algún día porque todos necesitamos momentos de desconexión de vez en cuando.
Sin embargo, cuando pasan los días y cualquier cosa se vuelve prioridad en tu lista de tareas antes que preparar esa audición, es cuando saltan las señales de alarma de la procrastinación.
Puede parecer que esas tareas son, en principio, más sencillas o placenteras (aunque algunas poco aportan de valor a nuestra carrera musical): pasar el rato en las redes sociales o ver una serie se convierten en maneras de no enfrentarnos a nuestra responsabilidad con la música.
Y eso nos acaba generando malestar. Porque sabemos que deberíamos estar tocando en lugar de estar tirados en el sofá.
Entonces ¿por qué procrastinamos?
Tradicionalmente se ha relacionado la procrastinación con la mala gestión del tiempo y la falta de organización. Sin embargo, parece que hay algo más detrás: una estrategia de protección.
Cuando dejamos el estudio para el último momento, si en el concierto fallamos, siempre podremos decir que no hemos tenido tiempo suficiente para prepararnos. Así, nuestras capacidades musicales no se pondrán en entredicho y evitamos ser juzgados como malos músicos.
Además, se hace presente el principio de placer/dolor por el que tendemos a hacer cosas que nos proporcionen placer (como ver una serie) y nos eviten dolor (toda la carga psicológica que conlleva una sesión de práctica, por ejemplo).
¿Qué puedo hacer? 3 pasos para vencer la procrastinación
1. Identificar el porqué.
La procrastinación es un síntoma y necesitamos encontrar el origen, analizar qué hace que no tengamos ganas de tocar.
¿Qué es lo que te resulta incómodo de ponerte a practicar?
Puede que no sea el hecho de tocar en sí y que haya alguna otra causa:
- Aburrimiento: el repertorio no te gusta y te aburre tener que estudiarlo.
- Miedo al fracaso: temes fallar porque las obras te resultan complejas.
- Perfeccionismo: crees que por mucho que estudies, nunca te saldrá lo suficientemente bien.
- Agobio: no sabes ni por dónde empezar para estudiar el repertorio.
2. Ser consciente.
Reconocer que estás postergando la práctica a propósito y en qué momento exacto lo haces te ayudará a dejar este hábito de manera más sencilla. Para ello, pregúntate:
- ¿Cuáles son los beneficios a largo plazo de aplazar la sesión de estudio de hoy?
- ¿Existe alguna otra manera de alcanzar los mismos beneficios?
Descubrir qué te aporta y los beneficios de llevar la práctica a cabo te hará darte cuenta de tus motivaciones y qué te lleva a hacer música. Tenlo siempre en cuenta, es una herramienta muy eficaz, a mí me encanta.
3. Tomar acción.
Ahora que ya sabes por qué dejas el estudio para otro día y cuáles son tus motivaciones para sí practicar, sólo te falta ponerte manos a la obra.
Te dejo varios artículos con ideas para que aproveches mejor tu tiempo de estudio y digas adiós definitivamente a la procrastinación.
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